domingo, 17 de septiembre de 2017

LA EJECUCIÓN DE LA AUTORIDAD

LA EJECUCIÓN DE LA AUTORIDAD
Continuamos con el tema de autoridad espiritual! Conocer no es suficiente, es necesario aplicar el conocimiento en la vida diaria.
Gen 9.1-2
Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra El temor y el miedo de vosotros estarán sobre todo animal de la tierra, y sobre toda ave de los cielos, en todo lo que se mueva sobre la tierra, y en todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados.
El Poder (autoridad) del creyente.
En el momento en que Adán decide obedecer a la voz de la desobediencia, toda su estructura cambia. En un principio sus áreas, espíritu, alma y cuerpo desarrollaban perfectamente su trabajo en armonía, quedando alineados a la perfecta voluntad de Dios.
El espíritu conectado con Dios, alimentaba al alma con los deseos de Dios, y el cuerpo manifestaba una vida de santidad.
Al momento de la desobediencia, la estructura cambia, ahora la carne (cuerpo) toma el primer lugar y alimenta al alma con sus deseos pecaminosos y el espíritu se desconecta de Dios y queda en el más profundo abandono.
La armonía de Adán con Dios estaba supeditada a la obediencia, mientras que Adán obedecía, toda su naturaleza estaba alineada a la voluntad y a la autoridad de Dios.
La intimidad con Dios era muy profunda, Adán podía escuchar audiblemente la voz de Dios, sus ojos podían ver la gloria de Dios en todo momento. Adán estaba vestido de la gloria de Dios. En realidad, cuando Adán observó que estaba desnudo, no fue porque no tenía ropa. Algunos piensan que Adán siempre estuvo desnudo, pero no es así, él estaba cubierto con vestiduras celestiales.
Él tenía las mismas vestiduras que Jesucristo tenía cuando resucitó de entre los muertos. Estas vestiduras las perdieron en el momento en que Dios le retiró la cobertura de Su gloria, fue entonces cuando Adán se dio cuenta que estaba desnudo y se escondió de Dios.
Esta armonía era perfecta, toda la naturaleza estaba alineada a la perfecta voluntad de Dios, él podía escuchar la voz de Dios, el espíritu (la intuición) discernía los propósitos de Dios perfectamente, no había problema en obedecer a Dios, la conciencia estaba totalmente limpia y había una comunión total con Dios.
El alma estaba enseñada de acuerdo a la santidad de Dios. Las emociones estaban totalmente limpias, Adán no sabía lo que era experimentar odio, rencor. Solo sabía hacer, sentir, experimentar lo sano, lo santo de Dios. Así su cuerpo se dedicaba a adorar a Dios con toda su intensidad.
Dios había entregado la tierra a Adán para que la gobernara:
Gen 1.28
Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
Al momento de ser vencido por el diablo, Adán pierde la “factura de la tierra” y la entrega a Satanás y esta factura (carta) fue contra todas las generaciones.
El diablo le dijo a Jesús en la tentación del desierto:
Luc 4.6
A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada.
¿Quién le había entregado la tierra al diablo? ¡Adán!. Por esto el diablo estaba argumentando con certidumbre que la tierra le había sido entregada y la podía entregar a quien él quisiera. Solo le pedía a Jesús que alineara su naturaleza hacia el mal y le entregaría todo el poder de la tierra (le endosaría la factura).
¡Hay buenas noticias!, aunque por miles de años, el diablo le robó el poder al hombre, usándolo para la destrucción de la heredad de Dios, Jesucristo viene a recuperarlo para alinear el poder del hombre a la voluntad de Dios.
Col 2.13-15
Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.
Esta carta, producto de la desobediencia, nos era contraria y nos mantenía sujetos al imperio de la muerte:
Heb 2.14-15
Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.
Debido a esta carta que era contraria, toda la humanidad estaba sujeta a servidumbre (del mal). Cristo viene a recuperar lo que Adán perdió y alinear la naturaleza humana a la perfecta voluntad de Dios. La única forma de cómo Cristo lo podría lograr sería:
Primeramente, Cristo tendría que vencer al diablo:
2Ped 2.19
Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció.
Al vencer, Satanás quedaría como esclavo de Jesucristo.
En segundo lugar, la forma de vencer al diablo sería quitándole el imperio de la muerte:
Ose 13.14
De la mano del Seol los redimiré, los libraré de la muerte. Oh muerte, yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh Seol; la compasión será escondida de mi vista.
La única forma de vencer la muerte sería demostrando que la muerte no tendría poder sobre la vida del Hijo de Dios. Cristo anunció esto cuando dijo:
Jua 10.17-18
Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo el pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar.
Este poder dado a Cristo por el Padre, llevaría al Hijo de Dios a morir y resucitar, demostrando que la muerte no tenía poder sobre él.
En tercer lugar, no solamente había que vencerlo, sino exhibir la victoria sobre él, por esto el Espíritu Santo deja escrito en varias partes de la Biblia esta evidencia:
1Cor 15.3-6
Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; y que apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez.
El ángel no quitó la piedra de la tumba para que Cristo saliera, sino para que todos se dieran cuenta que ya no estaba ahí. Por esto Pablo les dice a los Colosenses que Cristo lo exhibió públicamente.
En cuarto lugar, Cristo restaura la naturaleza del ser humano y la alinea con el Padre.
1Cor 15.22
Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.
La palabra vivificados viene de la misma raíz hebrea que se usa en Génesis cuando Dios sopla sobre Adán:
Gen 2.7
Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
Ahora la naturaleza del hombre queda ordenada según el orden original: espíritu, alma y cuerpo. Así también está escrito:
1Cor 15.45
Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.
En quinto lugar, Dios restaura al hombre en la posición de liderazgo en que Dios le había puesto. ADMINISTRADOR de la tierra. Así, pues, téngannos los hombres por servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios (1Cor 4.1). Para hacerlo, Cristo nos enviste de Su plenitud:
Efe 1.22-23
Y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.
ÿCristo viene a alinear nuestra naturaleza. Dios dijo:
Gen 6.3
No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne.
Es decir, Dios no estaría contendiendo con el ser humano debido a su naturaleza corrompida. Adán quedó bajo el imperio de la muerte, pues la escritura dice que alma que peca debe morir.
Así que Cristo viene y alinea nuestra naturaleza y nos regresa nuevamente el PODER y no hace administradores, para lo cual:
Efe 2.6
Juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.
Primeramente Dios usa:
Efe 1.19
La supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza.
Este poder es operador en Cristo resucitándolo de entre los muertos y le sentó a su diestra en los lugares celestiales (ver Efe 1.20). Con esto, El Padre le esta entregando toda autoridad, poder y dominio sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero (ver Efe 1.21), de tal forma que sometió todas las cosas bajo sus pies (ver Efe. 1.22). Este poder que resucitó a Cristo, lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia.
La palabra sentar tiene que ver con administrar. El profeta Isaías declara hablando de la iglesia:
Isa 52.2
Sacúdete del polvo; levántate y siéntate, Jerusalén.
La versión 95 de la Reina Valera dice “vuélvete al trono”. Parece ser que la iglesia no esta en una posición muy cómoda, por lo que le dice “levántate”, pero enseguida le ordena “siéntate”. Nuevamente la palabra sentarse esta orientada a administrar.
Si el Padre sienta al Hijo en los lugares celestiales, poniendo todo bajo sus pies para someter a todo lo que se nombre bajo, y el Hijo hace lo mismo con la Iglesia, es para que ejecute la autoridad sobre todo principado, poder y señorío.
La palabra griega kubernesis, se traduce como conducir (de donde viene la palabra castellana «gobernar»). Esta palabra denota:
a) Conducción
b) Metafóricamente, se traduce como gobernaciones, y se dice de los que actúan como conductores o gobernantes en una iglesia local (1Cor 12.28).
La palabra griega kubernetes, se traduce como piloto o el que dirige. Esto nos lleva a la capacidad que Dios pone en nuestras manos para administrar o dirigir con poder la obra de Dios, ejecutando la autoridad que YA tenemos en la victoria de Cristo sobre Satanás y el imperio de las tinieblas. Nuestra parte dentro del cuerpo de Cristo es caminar como caminó Noé:
Gen 6.9
Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé.
Esto traerá a nuestra vida una nueva forma de caminar y administrar la obra de Dios.
El poder de Dios en nosotros esta basado en la alineación con nuestra voluntad y la autoridad de Dios. Pensemos en lo siguiente, en todo momento hay delante de nosotros una disyuntiva. Los creyentes tenemos que tomar decisiones en medio de esta dualidad. Andar en la carne o andar en el espíritu, vivir por fe o vivir por lo que se ve, andar en la ley del pecado y de la muerte, o andar en la ley del espíritu de vida de Cristo Jesús.
Todas nuestras acciones dependen de una decisión frente a esta disyuntiva, no existe momento en que podamos escapar de una doble posibilidad.
Recuerde el árbol de la vida en el Huerto del Edén. Adán y Eva tenían dos posibilidades, obedecer o no obedecer. Obedecer resultaba estar alineado a la voluntad de Dios y esto traería la autoridad delegada de Dios. No obedecer produciría muerte, la desalineación de la voluntad de Dios, retiraría la autoridad delegada de Dios.
La fidelidad a Dios traería vida, la rebeldía traería muerte. La lealtad a Dios significa defender el propósito al que Él nos ha llamado y hacer lo que Él desea que hagamos.
El cristiano que decide alinear su voluntad a sus propias ideas, pensamientos, inclusive a Satanás, le esta dando lealtad al reino de las tinieblas. Es conveniente hacer notar la palabra fidelidad.
Cuando Dios escoge a un pueblo para él, espera fidelidad, lealtad, sometimiento, este pueblo de reyes y sacerdotes se llamó Israel en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento se llama iglesia, se llamará Esposa del Cordero en la eternidad.
Es decir, el propósito eterno es que Cristo tenga una esposa en la eternidad, entonces podemos preguntarnos, ¿cuál es la cualidad de la esposa?, fidelidad.
En cambio, el diablo termina su plan con “una ramera”, cuya cualidad es la infidelidad, es decir, el destino de todo ser humano es terminar su carrera en este mundo, siendo la esposa del Cordero o ser parte de la ramera a través de la desobediencia.
Es aquí donde realmente se ejerce el poder del alma de los hombres. El hombre a través de su libre albedrío, decide su futuro.
El respeto de Dios hacia la libre voluntad del hombre es enorme, de tal manera que Dios no le impone a nadie la salvación, sino que respeta a aquellos que deciden no tomarla y le dejará partir hacia la condenación eterna:
Mar 16.16
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.
Harold Caballeros en su libro De Victoria en Victoria, considera los siguientes puntos:
A. Lo que el hombre hace depende de lo que decide. Lo que decide el hombre determina lo que hace. O sea que el primer proceso en nosotros es tomar una decisión, antes de tomar una acción, siempre es necesario decidir el rumbo a tomar.
B. Lo que el hombre hace determina su alineación con uno de los dos reinos. Cada uno de los reinos tiene un propósito distinto. Y lo que hace, determina a qué propósito contribuye, es decir, a que reino sirve o le es fiel.
Cuando decido alinearme al reino de Dios, le soy fiel, le doy mi lealtad a Dios, me sujeto a Él. En esto consiste ser dependiente de Dios. Cuando hago esto, sirvo a sus propósitos.
Pero cuando decido hacer lo que yo quiero, lo que me dictan mis deseos, cuando pienso que yo puedo ser mi propio dios y tomo mis propias decisiones, voy por el otro camino, el camino de la independencia de Dios. Como soy independiente de Dios hago mi propia voluntad, entro en la infidelidad y caigo en la desobediencia. Pero aún, caigo en rechazar la autoridad de Dios.
C. Lo que el hombre decide y hace, fortalece al reino al que ha dado su lealtad. Las acciones de los hombres sólo pueden ser fruto de la obediencia o de la desobediencia a Dios. Cada vez que un ser humano obedece a Dios, el impacto de sus acciones refuerza el reino de la luz. Por ejemplo, si decido obedecer la instrucción de orar sin cesar, seguramente el impacto en el reino espiritual será muy fuerte.
Si decido ser neutral y no hacer nada, ni bueno, ni malo, estaré desperdiciando la oportunidad de servir al reino al que le debo lealtad. Si por el contrario, me entrego a la transgresión y el pecado, estaré contribuyendo al fortalecimiento de la cubierta de tinieblas que es formada por el pecado de los hombres.
Cada vez que tomamos una decisión basada en nuestros propios deseos, estamos siendo “independientes de Dios” y “dependientes en nosotros mismos”, lo que equivale a ignorar su voluntad y seguir nuestros propios caminos, poniendo nuestras fuerzas en el fortalecimiento del reino de Satanás.
D. La acción continuada, repetitiva de los hombres determina la atmósfera espiritual sobre una familia, una comunidad o una nación. Esto quiere decir que el reino de las tinieblas se nutre o se alimenta de las acciones. Las acciones de las personas cierran o abren los cielos en el mundo espiritual. El apóstol Juan lo explica en 1Jua 1.5-7, la luz nada tiene que ver con las tinieblas. El que esta en las tinieblas alimenta las tinieblas, el que esta en luz, trabaja para dar luz.


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